#TerroríficaNavidad

#TerroríficaNavidad

Algo me despierta. Abro los ojos y mi corazón se acelera desbocado. El reloj sobre la mesita marca las 03:30.

Se oyen pasos abajo. Un golpe sordo y un arrastrar de algo pesado.

Salto en la cama como un resorte y me quedo sentada, observando la puerta cerrada de mi dormitorio. Nerviosa, emocionada, repaso la larga lista y sonrío. Este año obtendré lo que he pedido.

Aparto las mantas a un lado y corro descalza hacia la puerta, ignorando la bata y el frío que cala mis pies descalzos. Apoyo la oreja contra la madera y ruego a mi corazón que lata más bajo y me deje oír. Coloco la mano contra el pomo y, por un instante, me asalta la idea de hacerlo girar y asomarme fuera.

Algo me detiene.

No debo salir sola. No hasta que ellos vengan a buscarme para llevarme abajo.

Me muerdo las uñas, indecisa mientras los ruidos continúan, atrayéndome como la luz a la polilla.

Cristal contra madera. El vaso, ha cogido el vaso. Salto emocionada, giro sobre mí misma en una danza excitada que no puedo controlar. Pasos en la escalera. Corro a la cama y me acurruco bajo las sábanas. Que no vea que estoy despierta.

Abro los ojos: 10:10.

Me he dormido. Nadie ha venido a buscarme. Espero una hora hasta que mis nervios no pueden más. Abro la puerta en silencio. Me asomo al otro dormitorio, la cama está vacía, sin usar. Bajo las escaleras atemorizada. Debía esperar en mi cuarto, pero tengo que ver lo que me ha traído este año.

Sobre la mesita está el vaso de leche con el rastro de una mano marcada en sangre sobre el cristal. En la pared una nota, también con sangre.

“Feliz Navidad”.

En el suelo dos cuerpos inmóviles.

—¿Papá? ¿Mamá?

Share this...
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *