El tiempo era un ente informe que se escapaba entre los dedos mientras valoraba, aparentemente sin descanso, la posibilidad de arrojarlo todo por la borda y salir corriendo de aquella locura. Miré el reloj por enésima vez. Horas. Las que se escapaban mientras hacía la cola y los cajeros barruntaban precios y ofrecían bolsas. Y me pregunté de nuevo, por qué no esperé un día más para comprar mi nuevo portátil. Obvio, a falta de un capítulo para publicar mi nueva novela, la espera no era una opción. Horas…las que se escapaban mientras hacía cola. Ojalá, deseé, no fuera viernes.
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patriciavautora
Escritora, consultora informática, lectora empedernida, amante del ganchillo y de los animales (especialmente los gatos). Déjame que te lleve a vivir el romance, la aventura, la magia, la intriga....
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